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martes, 31 de mayo de 2011

El barco K y su contribución a la meteorología

Todavía recuerdo la primera vez que escuché de la existencia del barco K en mis clases de Geografía en la Universidad Complutense. Me resultaba extraño que hubiera un barco en medio del Océano, en medio de la nada, enviando datos meteorológicos. Luego este barco-estación meteorológica fue sustituido por boyas que era mas barato y menos peligroso.


Hace unos días leí un artículo de José Antonio Maldonado sobre esta cuestión y que me recordó a mis años universitarios y el papel del famoso barco K:


Cuando comenzaron a realizarse vuelos de transporte transoceánico se puso en evidencia que era necesario disponer de una información meteorológica en las rutas y aunque ya desde el comienzo de la década de los años veinte el Servicio Meteorológico francés venía proponiendo el establecer un conjunto de barcos fijos de observación del tiempo en el Atlántico Norte, no fue hasta años más tarde cuando esto se llevó a cabo. En 1938, un avión de la Pan América cayó al Pacífico debido a las malas condiciones meteorológicas y a partir de entonces los guardacostas estadounidenses comenzaron a hacer pruebas realizando observaciones mediante el lanzamiento de globos, comprobándose la utilidad de las mismas.
En 1946, se celebró en Londres la “Conferencia de Estados del Atlántico Norte para Estaciones Meteorológicas Atlánticas” y en ella se tomó el acuerdo de establecer una red de trece estaciones fijas, costeadas por los diecinueve países (entre ellos España) cuyas líneas aéreas volaban sobre el Océano, haciéndose responsables de la operatividad de siete de ellas los Estados Unidos, mientras que de las otras seis se harían cargo diversos Estados europeos. Posteriormente, en 1949, la red se redujo a diez estaciones y en 1954, para abaratar costes, se quitó otra más, quedando nueve, aunque años más tarde volvería a incorporarse una nueva. Estas estaciones se denominaban con letras mayúsculas (A, B, C, D, E, H, I, J, K y M) y tenían asignado un punto que era su posición teórica (al barco K le correspondían las coordenadas 45ºN 16ºW) pero en realidad no eran barcos anclados, sino “estaciones meteorológicas” a bordo de buques que se movían en torno a ese punto dentro de una cuadrícula de diez millas de lado.

La misión primordial de estas embarcaciones era realizar observaciones de los datos meteorológicos en superficie cada tres horas y sondeos atmosféricos mediante globos sondas cada seis o doce horas que medían la temperatura, humedad, presión y dirección del viento, llegando a alcanzar unos 18000 metros y eran datos de gran valor. En ocasiones, esos barcos se salían de su cuadrícula para auxiliar a alguna embarcación en peligro o, incluso, a algún avión que se vio obligado a amarar, como fue el caso de uno que se dirigía a Islandia, el 4 de septiembre de 1960, en cuya ayuda acudió el “barco A” logrando salvar a sus dos tripulantes.
Hay que resaltar el mérito de quienes realizaban su trabajo en aquellos buques en misiones que duraban entre veinte y veinticinco días, tras los cuales eran relevados por otra embarcación (la “estación meteorológica K” era cubierta por dos barcos franceses que se relevaban). Durante ese tiempo tenían que soportar, a veces, fuertes temporales sin posibilidad de poder abandonar la zona.
Con el paso del tiempo esas “estaciones meteorológicas” que tan extraordinario servicio habían venido prestando, fue perdiendo utilidad al ir apareciendo otros sistemas de medición de datos y de trasmisión de los mismos. Los satélites meteorológicos y las boyas proporcionan en la actualidad la información necesaria para la navegación aérea y marítima. En 1977, el último barco fijo que cumplía la misión de “estación meteorológica” fue sustituido por una boya.
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