Con frecuencia hablamos de los rayos ultravioletas, de su relación con la capa de ozono y si son dañinos o como protegernos de ellos.
De nuevo recurrimos a la explicación del gran meteórologo José Antonio Maldonado sobre la radiación ultravioleta, los subtipos y sus características.
Tres son los tipos de radiación que llegan a nuestra atmósfera procedentes del Sol; visible, infrarroja y ultravioleta.
Esta última, con arreglo a sus longitudes de onda, se divide en tres subtipos: UVA, UVB y UBC. Las radiaciones violeta tipo C (UVC) son las más dañinas para el ser humano pero, afortunadamente, son totalmente absorbidas por el ozono estratosférico y, por tanto, no llegan hasta nosotros. La capa de ozono también absorbe parcialmente a los rayos UVB pero si los que llegan hasta la superficie terrestre se reciben (se toma el sol) indiscriminadamente, es decir, de forma masiva, en las peores horas y sin la debida protección, pueden causar daños irreparables en la piel (no solo las quemaduras que suelen curarse con relativa prontitud) lo que puede traer consigo envejecimiento de la misma, arrugas e incluso, lo que es más grave, cáncer, el temido melanoma.
Los rayos UVA pasan casi en su totalidad a través de la capa de ozono y aunque son los menos nocivos, también penetran en las capas profundas de la piel y, además de poder producir manchas cutáneas, son potencialmente cancerígenos. Los estudios realizados por especialistas ponen de manifiesto que cada piel tiene una capacidad para soportar una determinada cantidad de sol. Podríamos decir que cada piel “dispone de un determinado capital” (muy diferente de unas personas a otras) y que una vez consumido este comienzan los problemas.
Existe en muchos casos la creencia de que una vez que nos ponemos morenos y ya no existe riesgo de quemaduras externas, ha pasado el peligro, pero no es así. En el organismo se genera un mecanismo de defensa contra los rayos ultravioleta (UVB y UVC), llamado melanogénesis, mediante el cual se produce un pigmento, la melanina, de color marrón en la raza blanca, que nos proporciona un aspecto bronceado, pero eso no impide que la mayor parte de esos rayos penetren en la piel y puedan traer consigo las consecuencias señaladas.
Los rayos ultravioletas no llegan con la misma intensidad siempre y a todas partes por igual. Depende de la época del año (los mayores índices se alcanzan en el Hemisferio Norte en los últimos días de la primavera y primeros del verano), de la latitud, de la altitud del lugar (aumentan con la altura), de la cubierta de la superficie terrestre (es mayor en la nieve y en el mar que en la tierra) y de algunos factores más. En contra de lo que pueda creerse, no siempre coincide la temperatura más alta del día con el momento en que se alcanza el mayor índice ultravioleta, el cual se da en las horas siguientes al mediodía.
Los rayos UVA pasan casi en su totalidad a través de la capa de ozono y aunque son los menos nocivos, también penetran en las capas profundas de la piel y, además de poder producir manchas cutáneas, son potencialmente cancerígenos. Los estudios realizados por especialistas ponen de manifiesto que cada piel tiene una capacidad para soportar una determinada cantidad de sol. Podríamos decir que cada piel “dispone de un determinado capital” (muy diferente de unas personas a otras) y que una vez consumido este comienzan los problemas.
Existe en muchos casos la creencia de que una vez que nos ponemos morenos y ya no existe riesgo de quemaduras externas, ha pasado el peligro, pero no es así. En el organismo se genera un mecanismo de defensa contra los rayos ultravioleta (UVB y UVC), llamado melanogénesis, mediante el cual se produce un pigmento, la melanina, de color marrón en la raza blanca, que nos proporciona un aspecto bronceado, pero eso no impide que la mayor parte de esos rayos penetren en la piel y puedan traer consigo las consecuencias señaladas.
Los rayos ultravioletas no llegan con la misma intensidad siempre y a todas partes por igual. Depende de la época del año (los mayores índices se alcanzan en el Hemisferio Norte en los últimos días de la primavera y primeros del verano), de la latitud, de la altitud del lugar (aumentan con la altura), de la cubierta de la superficie terrestre (es mayor en la nieve y en el mar que en la tierra) y de algunos factores más. En contra de lo que pueda creerse, no siempre coincide la temperatura más alta del día con el momento en que se alcanza el mayor índice ultravioleta, el cual se da en las horas siguientes al mediodía.
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