Después de darles vueltas a los hundimientos y consultar estos hechos (entre otros con David) es probable que interactúen varios fenómenos.
Por un lado tenemos las turbas depositadas en el cauce del Guadiana. Durante muchos años y ante la ausencia de agua se ha favorecido la combustión de las turbas. Éstas con el paso del tiempo han sido aradas y roturadas.
Por un lado tenemos las turbas depositadas en el cauce del Guadiana. Durante muchos años y ante la ausencia de agua se ha favorecido la combustión de las turbas. Éstas con el paso del tiempo han sido aradas y roturadas.
Al llegar las lluvias (de finales de 2009 y primeros de 2010) la turba quemada y compactada durante mucho tiempo se ha ido empapando. El propio peso de la tierra empapada, unido en algunos casos al peso de los tractores, reblandecimiento del terreno, etc. ha favorecido que el suelo ceda y se hunda.
¿Dónde van esas aguas?
El agua se ha ido filtrando al acuífero a través de las múltiples fisuras del terreno, que bien estaban ocultas o que se han vuelto a formar.
El Guadiana en su afán de ser distinto y especial se empeña en que su cauce no crezca y aporte mas agua a las Tablas de Daimiel, como todos hubiéramos querido.
El acuífero 23 con las lluvias y con estos aportes de agua ha mejorado algo su lamentable y preocupante estado. Ya no se encuentra a 30 metros de profundidad, sino cerca de los 27. ¿Debemos estar contentos? ¿Cuándo conseguiremos llegar a tiempos pasados en el que los Ojos del Guadiana eran Ojos de verdad? ¡Hagan apuestas!
El acuífero 23 con las lluvias y con estos aportes de agua ha mejorado algo su lamentable y preocupante estado. Ya no se encuentra a 30 metros de profundidad, sino cerca de los 27. ¿Debemos estar contentos? ¿Cuándo conseguiremos llegar a tiempos pasados en el que los Ojos del Guadiana eran Ojos de verdad? ¡Hagan apuestas!
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