Que en España se ha construido mucho está claro. Que la burbuja inmobiliaria de España fue mayor que en el resto de Europa parece que también es cierto. En España construíamos para los españoles, y para media Europa que invertía en España como consecuencia del turismo. Ahora la crisis ha frenado la construcción y eso ha disminuido el consumo de suelo urbano, es decir se construye menos y el mundo agrario y el medio ambiente lo agradece. ¿Eso es bueno?
La locura del ladrillo hizo que España fuera el país europeo que más suelo urbano fabricó entre 2000 y 2006, según un reciente estudio de la Agencia Europea del Medio Ambiente (EEA por sus siglas en inglés). Una serie de mediciones tomadas por satélite han permitido concluir que acaparó en este periodo el 24% del terreno que se urbanizó en la Unión Europea. Le siguen Francia, con un 12% y Alemania, con un 9%. La crisis ha conseguido frenar esta tendencia, para alivio de las tierras verdes y de cultivo y algunas de las especies que viven en ellas. Pero ha dejado suelo calificado como edificable para 35 o 40 años, a un ritmo medio bajo de unas 150.000 viviendas anuales, según datos del Sistema de Información Urbana, dependiente del Ministerio de Fomento. O sea, 709.577 hectáreas rescatables para la naturaleza. Saber más
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