En enero de 1988 España abre su primera base antártica, llamada Juan Carlos I, en la isla Livingston del archipiélago de las Shetland del Sur, próxima a la Península Antártica.
Ya en 1987, AEMET había enviado personal para la investigación del fenómeno meteorológico que había sido descubierto unos años antes, el agujero de la capa de ozono. Con la apertura de la Base Antártica Española (BAE) Juan Carlos I (isla Livingston), AEMET instaló un elemento común en todas las bases antárticas, un observatorio meteorológico. Desde entonces ha estado funcionando y se han añadido otros nuevos como consecuencia de las necesidades de los diferentes grupos de investigación que trabajan en la región.
Años más tarde, en 2005, AEMET instaló un nuevo observatorio meteorológico automático en la BAE de Gabriel de Castilla (Isla Decepción).
Todas las ramas de la ciencia dedicadas a estudios en zonas polares necesitan de datos meteorológicos para el desarrollo de sus investigaciones. La vigilancia de los glaciares, estudios de geodesia, de permafrost, ecología o de biología terrestre o marina utilizan este tipo de datos en un planeta que está inmerso en un fenómeno de calentamiento global.
El archipiélago de las Shetland del Sur se sitúa en una zona geográfica y meteorológicamente compleja, permanentemente afectada por depresiones que se forman, se desplazan o se disipan en sus inmediaciones. Precisamente una de las regiones de la Tierra más afectadas por dicho calentamiento es la Península Antártica a cuyo entorno pertenecen las islas de las bases españolas, las cuales tienen unas temperaturas veraniegas ligeramente superiores a los 0º C, lo que implica que leves cambios en la temperatura pueden afectar enormemente desde el punto de vista ecológico, y ello hace que sea un lugar ideal para el estudio del calentamiento global. Saber más
No hay comentarios:
Publicar un comentario