|
Perfil del trasvase Tajo- Segura |
Las tierras del sureste español son tremendamente fértiles. Pero agua, hay poca. Cuando esas tierras fueron visitadas en 1933 por el ingeniero Manuel Lorenzo Pardo, a quien Indalecio Prieto le había encargado elaborar el Plan Nacional de Obras Hidráulicas de la Segunda República, dijo en el viaje de vuelta a Madrid que habría que llevar allí el Nilo si hacía falta.
En un ataque de pragmatismo, optaron por el Tajo. La Guerra Civil y los años negros de la autarquía truncaron los planes y el Trasvase Tajo-Segura (TTS) no se retomó hasta 1965, inaugurándose en 1979, hace ahora cuarenta años.
Desde el punto de vista de la ingeniería civil, las cifras eran deslumbrantes. Un canal de 292 kilómetros con capacidad de enviar hasta 33 metros cúbicos por segundo, que en su punto de partida, en el embalse de Bolarque, bombeaba el agua haciéndola salvar un desnivel de 245 metros en 1.070 metros de longitud.
Sin embargo, las cifras más relevantes, las del agua que estaba previsto enviar de una cuenca a otra, no solo no se cumplieron. Saber más