La Antártida es el continente más alto, seco, frío y ventoso del planeta, con un clima que difiere enormemente entre la alta meseta interior, la costa y la Península Antártica, que es la región más cálida del continente. Los sistemas de bajas presiones, que forman un anillo de mal tiempo en las regiones costeras del continente, se forman sobre el océano y se mueven en dirección SE hacia la costa. La precipitación cae principalmente en forma de nieve, aunque algunas zonas costeras reciben agua en forma líquida durante el verano. Excepto en la costa, el aire es extremadamente seco.
Distintos elementos influyen para que el clima antártico sea el más extremo de la Tierra. La radiación solar que llega es escasa debido a la oblicuidad de los rayos solares por la escasa altura que alcanza el sol sobre la línea del horizonte. Además la cobertura de hielo del continente devuelve al espacio por reflexión un 75% aproximadamente de la energía que llega a la superficie. La altura media sobre el nivel del mar del Continente Antártico es la mayor de todos los continentes, lo que influye mucho en la baja temperatura. Las temperaturas menores se registran en el centro geométrico de la Antártida con una capa de hielo que asciende hasta los 4.000 metros de altura sobre el nivel del mar. La mínima mundial que se haya registrado tuvo lugar en el polo sur con -88.3° C, el 24 de agosto de 1960 en la base rusa Vostok.
El mar ejerce un efecto atemperante de las marcas térmicas por lo que las mínimas invernales en el extremo de la Península Antártica y en las islas que la circundan son mayores a las que se registran en zonas más alejadas del mar.
La presión atmosférica alcanza su máximo en la meseta provocando la instalación de un anticiclón que emite permanentemente vientos secos y fríos hacia el anillo de centros de baja presión que rodea el continente. Por el contrario, los sistemas ciclónicos que se forman en el océano suelen moverse lejos de la masa continental, provocando mucha nubosidad y mal tiempo en los mares circundantes e introduciéndose a veces en las tierras bajas de la Antártida Occidental.
Los vientos en la Antártida son muy fuertes gran parte de año. Su dirección no depende, como ocurre en gran parte del planeta, de la configuración isobárica. La pérdida de calor por radiación ocasiona aquí una capa poco profunda de aire intensamente frío, dentro de la cual el sentido de la circulación del aire está muy relacionado con la pendiente de la superficie. Las tormentas de viento arrastran y elevan la nieve depositada haciendo muy difícil la respiración y la visión. Uno de los vientos responsables de este fenómeno es el viento blanco o blizzard, pero otros vientos -catabáticos- como los que se desplazan en sentido radial, del centro hacia las costas, son muy intensos al deslizarse por valles y depresiones siendo comunes las velocidades que oscilan entre 100 y 200 kilómetros por hora.
La mayor parte de las precipitaciones se producen en forma de nevadas a excepción del la zona oeste de la Península y la zona marítima adyacente, donde se producen algunas lluvias. La nubosidad es bastante persistente, disminuyendo su frecuencia al aumentar la latitud, pero en términos generales puede decirse que un alto porcentaje de los días son nublados en todo el ámbito continental. En Georgias del Sur los registros son de 1.300 mm anuales y temperaturas mínimas y máximas medias de -1,6° y 5,1° C, respectivamente. Saber más
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